felicidad

El compadre y comenzando por la casa II

– Hola compadre muy buenos días, ¿Cómo sigue tu hijo?

– Bien gracias Adolfo, Andrés ya está mejor, ya lo dieron de alta.

– Me alegra mucho saberlo.

– La vez pasada me ibas a decir algo sobre el egoísmo y la felicidad.

– Si compadre no faltará quien diga que eso de estar feliz mientras otros sufren es egoísmo, pero afirmar esto, sin mayores matizaciones, no deja de ser superficial. Evidentemente, no estamos proponiendo un hedonismo egocéntrico y cerrado en el ego. Si así fuera, estaríamos frente a un enorme error, que podría resultarnos una trampa mortal.

– Quieres decir que regodearse en sí mismo, sin otro objetivo que el de ser feliz, equivaldría a perderse. Que, si alguien busca exclusiva y desordenadamente su propia felicidad, haciendo de ella la finalidad última de su existencia, está fatalmente destinado a la muerte, como Narciso; y muerte significa soledad, esterilidad, vacío, tristeza.

– Si compadre en sus últimas instancias, la felicidad es un camino, no una meta y el egoísmo avanza siempre acompañado e iluminado por resplandores trágicos; egoísmo, como dices, es igual a muerte, es decir, el egoísmo acaba siempre en vacío y desolación.

– Ok Adolfo, pero aquí estamos hablando de otra cosa. Podamos estar en condiciones que seamos verdaderamente capaces de amar; y esto sólo será posible en la medida en que nosotros mismos seamos felices.

– Y desde nuestra mirada, ser feliz quiere decir concretamente sufrir menos. En la medida en que se secan las fuentes de sufrimiento, (que es lingüístico) el corazón comienza a llenarse de gozo y libertad.

– Y entonces poder sentirse vivo ya constituye, sin más, un buen motivo para ser feliz.

– Después de todo, no queda otra disyuntiva sino ésta: agonizar o vivir. El sufrimiento hace agonizar al hombre. Eliminando o disminuyendo el sufrimiento, el ser humano, automáticamente, recomienza a vivir, a gozar de aquella dicha que llamamos vida.

– Adolfo, esto está buenísimo pues, en la medida en que conseguimos arrancar las raíces de nuestras penas y dolores, subimos el termómetro de la alegría y del gozo vital. Vivir, sin más, ya es ser feliz.

– Así es, si conseguimos que la gente viva la fuerza expansiva de ese gozo vital, lanzará al hombre hacia sus semejantes compartiendo su felicidad.

– Y en todo esto ¿en dónde entra el Coaching?

– Vámonos, pues compadre, lenta pero firmemente tras esa antorcha. En el camino ayudados por el Coaching Ontológico Integral salvaremos los obstáculos uno por uno, y caerán las barreras.

– Como dice Ignacio Larrañaga: Desde la noche, irá emergiendo palmo a palmo una figura hecha de luz y alegría: el hombre nuevo que buscamos cada uno de nosotros, ese hombre que está esperando dentro de nosotros mismos, surgirá reconciliado con el sufrimiento, hermanado con el dolor, peregrino hacia la libertad y el amor.

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